Los niños y los bebés en gestación enfrentan el mayor riesgo de daño biológico y neurológico resultante de la radiación electromagnética emitida por los dispositivos inalámbricos.
El daño potencial de la radiación electromagnética emitida por los dispositivos inalámbricos, especialmente para los niños y bebés en gestación, es el tema fundamental de un nuevo estudio científico.
Si bien los datos se contraponen, se logra observar ciertas asociaciones entre la radiación electromagnética y el cáncer.
El estudio, elaborado por L. Lloyd Morgan, investigador principal en la organización Environmental Health Trust, y varios de sus colegas, fue publicado en línea el 15 de julio, en la revista Journal of Microscopy and Ultrastructure.
Los autores analizaron la bibliografía actual que demuestra que los niños enfrentan un mayor riesgo que los adultos. Evaluaron epidemiología revisada por pares referente a la exposición a teléfonos celulares, que cubría el período 2009-2014, junto con datos de dosimetría de teléfonos celulares, documentos gubernamentales, manuales de fabricantes y publicaciones de la misma índole.
Los niños y los bebés en gestación enfrentan el mayor riesgo de daño biológico y neurológico resultante de la radiación electromagnética emitida por los dispositivos inalámbricos, según lo mencionado por Morgan y sus colegas.
De acuerdo con estos investigadores, la tasa de absorción es mayor en los niños que en los adultos, debido a que los tejidos cerebrales de los primeros son más absorbentes, sus cráneos son más delgados y de menor tamaño. El feto es especialmente vulnerable, porque la exposición a radiación electromagnética puede tener como resultado la degeneración de la capa de mielina protectora que rodea las neuronas cerebrales.
Diversos estudios han evidenciado que los niños absorben más radiación electromagnética que los adultos. Uno de dichos estudios descubrió que el tejido cerebral de los niños absorbía dos veces más radiación electromagnética que el cerebro adulto (Phys Med Biol. 2008;53: 3681-3695) y otros estudios han señalado que la médula ósea de los niños absorbe 10 veces más radiación electromagnética que la de los adultos.
“Bélgica, Francia, India y otros gobiernos de alto desarrollo tecnológico se encuentran en proceso de aprobar leyes o publicar advertencias sobre el uso de dispositivos inalámbricos por parte de los niños,” acotan los autores.
También señalan que los límites de la exposición a la radiación electromagnética se han mantenido inalterables por 19 años y que los fabricantes de los teléfonos inteligentes (smartphone en inglés) especifican la distancia mínima que debe mantenerse entre sus productos y el cuerpo humano, de manera que no se sobrepasen los límites legales para la exposición a la radiación electromecánica. La distancia mínima para los computadores portátiles y las tabletas con respecto al cuerpo es de 20 cm.
Los autores explican que los límites actuales de exposición se basaron en el supuesto erróneo de que la lesión ocasionada por el recalentamiento en los tejidos es el único daño probable de los dispositivos inalámbricos.
Sin embargo, vastos informes científicos han documentado los efectos biológicos no térmicos de la exposición crónica (a largo plazo). Además, según los autores, a pesar de las advertencias gubernamentales a nivel mundial, la mayoría del público desconoce dichas advertencias.
“Demencia digital” observada en escolares
El informe destaca el peligro de la exposición infantil y fetal a la radiación electromagnética, y las razones por las cuales dicha exposición es más marcada en niños que en adultos, según lo señalado por Morgan.
“Se venden juguetes peligrosos para lactantes y bebés de 1 ó 2 años”, indicó Morgan. “El riesgo de exposición a cualquier agente cancerígeno es mayor en los niños, y cuanto menores sean estos, mayor es el riesgo. En cambio, en el caso de los adultos, el riesgo –en una primera aproximación- no varía con la edad.”
Según lo señalado por Morgan, se ha detectado el problema denominado “demencia digital” en niños en edad escolar. Este término fue acuñado por el neurocientífico alemán Manfred Spitzer, en su libro del mismo nombre, publicado en 2002, y se utiliza para describir la manera en que la sobreutilización de la tecnología digital genera un quiebre en las habilidades cognitivas. En ocasiones, también se le denomina FOMO, por sus siglas en inglés, que significa miedo a perderse algo. Esto corresponde a una forma de ansiedad social y constituye una preocupación compulsiva respecto de la posibilidad de perderse una oportunidad de interacción social.
Lecciones claves sobre el tema
Como un mensaje central para médicos y otros profesionales de la salud, Morgan puso énfasis en que los dispositivos inalámbricos de telecomunicación deben utilizarse de manera segura. Estos dispositivos forman parte actualmente de nuestra vida diaria, “pero igual pueden usarse de manera segura”, señaló el investigador. “Los automóviles no son seguros, por ejemplo, pero tienen un mínimo de seguridad. El problema central es que la gran mayoría del público desconoce sus peligros.”
Morgan y sus colegas han elaborado ciertas recomendaciones al respecto.
La primera es que “la distancia es nuestra mayor aliada”. La intensidad de la radiación disminuye en la medida en que el cuadrado de la distancia aumenta con respecto a la fuente de energía (ley del inverso del cuadrado). De acuerdo con sus palabras, colocar un teléfono celular a 15 cm de la oreja “reduce 10.000 veces el riesgo”.
A menos que el teléfono celular esté apagado, siempre está emitiendo radiación. Cuando no esté en uso, debiera guardarse lejos del cuerpo. El mejor lugar para un celular es preferentemente una cartera, un bolso o una mochila.
Los dispositivos mencionados deben mantenerse alejados del abdomen de una mujer embarazada, y las madres no debieran usar celular mientras amamantan, destacó Morgan. “Por su parte, los monitores para bebé no deben colocarse en la cuna del recién nacido.”
Es conveniente que los niños y adolecentes sepan utilizar los dispositivos inalámbricos con seguridad. Por ejemplo, el autor señala que no debieran permitirse celulares en las habitaciones infantiles durante la noche. “El Centro de Investigaciones Pew ha informado que el 75% de los prepúberes y preadolescentes duerme toda la noche con su celular bajo la almohada.”
Puesto que el riesgo es acumulativo y que se absorbe mayor radiación a mayor cantidad de uso, es necesario enseñar a los niños a minimizar la utilización de los teléfonos inalámbricos, agregó Morgan. Los teléfonos fijos, el skype y la telefonía por internet (cuando se conectan a internet mediante un cable) no emiten radiación, por lo que debiera incentivarse su uso.
Finalmente, los enrutadores wifi residenciales deben instalarse lejos de los lugares donde sus habitantes, especialmente los niños, permanecen por más tiempo. Según Morgan, “los niños varones no debieran guardar el celular en los bolsillos delanteros de su pantalón, pues existe un riesgo potencial de dañar el esperma. Sin embargo, no existen estudios de prepubertad masculina que evalúen si la exposición temprana a la radiación electromagnética tiene algún efecto en el esperma después de la pubertad, reconoció el investigador.
“Por su parte, las niñas no debieran colocarse el celular en el sostén”, agregó. Esta recomendación se basa en un estudio de caso de cuatro mujeres que acostumbraban a colocar el celular en el sostén y que desarrollaron cáncer de mama; dos de ellas a los 21 años (Case Rep Med. 2013; 2013: 354682).
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Texto original en Medscape Medical News
Advertencias de los organismos internacionales
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC)
Clasifican los campos electromagnéticos generados por móviles y wifis en la categoría «2B», es decir, posibles cancerígenos, lanzando una «alerta generalizada» a escala internacional.
Advierten del "posible" riesgo de cáncer cerebral en quienes están expuestos a radiaciones electromagnéticas provenientes de los teléfonos móviles a diario y tecnologías similares. La OMS y la IARC, tomando todas las precauciones verbales y científicas de rigor, alertan de que los teléfonos móviles generan campos electromagnéticos que tienen efectos cancerígenos.
La Comisión Internacional para la Seguridad Electromagnética (ICEMS)
La ICEMS en su Resolución de Benevento (2006) y en la Resolución de Venecia (junio de 2008), ha manifestado su preocupación por los efectos de la exposición a campos electromagnéticos en la salud humana. Dicha organización, formada por científicos, médicos e ingenieros de todo el mundo, ha confirmado "la existencia de efectos no térmicos de los campos electromagnéticos sobre la materia viva, que parecen ocurrir en todos los niveles de la investigación de la epidemiológica hasta la molecular". "Nosotros, que estamos a la vanguardia de esta investigación, deseamos fomentar un enfoque ético en el establecimiento de las normas de exposición que protejan la salud de todos, incluyendo a aquellos que son más vulnerables". "Las nuevas normas deben ser desarrolladas de forma que tengan en cuenta diferentes condiciones fisiológicas, por ejemplo, el embarazo, recién nacidos, niños y ancianos."
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Lo que dicen los expertos
Dr. David Carpenter, Director del Instituto de Salud y Medio Ambiente, Escuela de Salud Pública de la Universidad de Albany, Nueva York:
"Basándonos en la ciencia actual, muchos expertos en salud pública creemos que es posible que nos enfrentemos a una epidemia de cáncer en el futuro como resultado de un uso incontrolado de teléfonos móviles y una mayor exposición de la población a tecnologías wi-fi y otros dispositivos inalámbricos. Por lo tanto, es importante para todos nosotros, y especialmente para los niños, restringir el uso de teléfonos móviles, limitar la exposición a radiaciones ambientales debidas al wi-fi, y que el gobierno y la industria encuentren la forma de permitir el uso de dispositivos inalámbricos sin aumentar el riesgo de incidencia de enfermedades graves. Tenemos que convencer a nuestros gobernantes y legisladores de que es inaceptable que las cosas sigan como hasta ahora. La importancia de este problema de salud pública no puede ser subestimada".
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FUENTE: REVISTA MUNDO
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