miércoles, 7 de mayo de 2014

MANUAL PARA SOÑADORES (CON AYUDA DE LA BIBLIA)


Solo los gritos sediciosos son los que detienen a Dios.El sol de Palestina quemaba la piel y las utopías. Calles rebosantes de sudor, ruidos y necesidades de los la gran masa del pueblo. Hombres y mujeres que amaban y cumplían con Dios en la medida de sus posibilidades y que rabinos y fariseos de la época ubicaban lejos de sus casas, de las sinagogas y de sus miradas de desprecio instituido.Bartimeo era parte de “los nadie”, como dice Galeano, “de los hijos de los nadie, los dueños de nada”. De lo único que era dueño Bartimeo era de la noche oscura, que acechaba todo el día sus ojos ciegos. Cuenta Marcos en su Evangelio (10: 46-52) que Bartimeo había escuchado que Jesús se acercaba a las afuera de Jericó, y decidió hacer algo con su necesidad.¿Puedes oír el murmullo y los ruidos de los distintos mendigos, sacudiendo sus recipientes con algunas monedas, estrujando sus cuerpos dolidos unos contra otros para abrirse paso y ser vistos por el Hijo de Dios? Enfermos, pobres, mujeres heridas por la vida, malditos y endemoniados, gritando y moviéndose de un lado al otro, no ahogan con sus ruegos el grito de Bartimeo, que marca la diferencia.Jesús tenía una agenda apretada; sin embargo, hasta el día de hoy siempre tiene tiempo para los revolucionarios de la fe, para los que aman vivir en rebelde fidelidad a Dios y se oponen al sistema que oprime y ahoga los imposibles. Manual para los soñadores. Los gritos subversivos que detienen a Dios. Su historia puede darte algunas pistas si lo que estás necesitando es un cambio en tus días:

(Marcos 10: 46-47). Bartimeo era ciego, pero cuando oyó que Jesús pasaba aguzó su oído. Una meta es algo transitorio que te permite realizarte por un tiempo, pero un sueño es trascender lo cotidiano. Bartimeo día a día tenía la meta de salir a mendigar para satisfacer sus necesidades, pero esa mañana decidió realizar un sueño de toda su vida, y para ello usó todos sus sentidos. Los sueños son los que permanecen contigo hasta el último día de tu existencia y las metas, una vez cumplidas, quedan en el olvido. Trascienden tiempo y espacio, pero es necesario que te bases en pequeñas metas para lograrlos, porque los sueños sin metas son meras fantasías. Fíjate en Bartimeo, cuyo sueño era dejar de ser ciego y lo logró con base en metas; salió al encuentro de Jesús, se mezcló entre la multitud y se hizo sentir. Sueña tu sueño, no creas que hay algo que pueda limitarte y si algo te falta, recurre a otro talento o habilidad y úsalo en pro de su realización.
(Marcos 10: 48). Tal vez te suceda como a Bartimeo, que muchos intenten refrenar o apagar tu sueño, hacerte callar. Mitigar esa rebeldía es dejar que la oscuridad venza y ser cómplice de la incredulidad. Por eso no te detengas, lucha por tus metas contra viento y marea, establece el modo sobre cómo vas a llevarlas a cabo, fija un plan y actúa decididamente.
(Marcos 10: 49). Bartimeo estaba sentado al borde del camino, es decir, por fuera del lugar de acción. Tal vez tienes un sueño, pero te quedas solo en el plano de la ensoñación y no te atreves a contarlo a otros, a buscar ayuda o ver el modo de poder cumplirlo. El borde significa el quedarse por fuera, sin oportunidades; de modo que busca vincularte, dialoga, contagia tu sueño, quizás puedas organizarte junto a otras personas que comparten lo mismo y juntos puedan alcanzarlo. Pero, sobre todo, sal del borde.
(Marcos 10: 49). Es asombroso el retrato tan actual de lo que es la presión grupal, y lo que puede significar el peso de una multitud. Marcos dice que esta quería silenciar a Bartimeo, pero al ver que Jesús le presta atención lo animan. Lo importante del relato es que Bartimeo sigue firme en su convicción personal y se diferencia de la masa. Puede ser que te dejes apabullar por la presión de los demás y por momentos pienses en desistir de tu sueño. Tu propio desánimo puede ser como la multitud; pero ten personalidad y decídete a buscar tu sueño más allá de lo que el entorno diga o promueva.
(Marcos 10: 50). Bartimeo se sentaba sobre su capa, eso era lo habitual; la capa no era solo el abrigo, sino también una herramienta de trabajo, de sostén en su vida. En ella se sentaba pero también depositaba las limosnas recibidas. Mira su gesto cuando escucha que Jesús lo llama: da un salto, deja la capa. Piensa en eso: seguramente otros de la multitud, apenas él se fue la quisieron tomar o se abalanzaron sobre ella. Bartimeo abandonó su capa, se deshizo de ella. Así como su salto adquiere fuerza en este relato, sigue este ejemplo y olvida para seguir tu sueño, lo que queda atrás, y fíjate en lo que tienes por delante, da un salto de fe. Deja tus miedos y tus inseguridades atrás, porque sin riesgos no ganas.
(Marcos 10: 51). Cuando Jesús le preguntó qué deseaba Bartimeo dijo, “Quiero recobrar la vista”. Esto nos indica que no nació ciego, sino que por alguna causa dejó de ver. Pregúntate entonces, ¿cuándo dejaste de ver, de tener sueños? Y ahora sigue teniéndolos, pide a Dios fuerzas para seguir soñando, no te contentes con tener un sueño, sino que lucha por verlo realizado y sigue soñando cada día.
Bartimeo es el ejemplo de los que sueñan desesperadamente algo pero no se desmoronan ante las voces negativas, sino que gritan su sueño, como un acto subversivo de fe.Anímate y sueña.

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